Queridos hermanos y hermanas en Cristo , 5 de marzo 2022
El tiempo santo de la Cuaresma ha comenzado. En Cuaresma, es costumbre que los católicos renunciemos a algo que hacemos mucho y que encontramos placer en hacer. Este “renunciar” se hace como una disciplina para aprender el autocontrol, para liberar nuestras mentes de la persecución de las cosas materiales. Nos recuerda los sufrimientos de Cristo y cuáles son nuestros verdaderos placeres como seguidores de Cristo, y es sobre todo un acto de dolor por nuestro pecado.
Se cuenta la historia de un padre que había instado a sus hijos a pasar de dejar los dulces a abandonar algún hábito pecaminoso que marcaba sus vidas. Aproximadamente a la mitad de la Cuaresma, les preguntó a los niños cómo les estaba yendo con su promesa de Cuaresma. Uno de sus hijos pequeños había prometido dejar de pelear con sus hermanos durante la Cuaresma. Cuando su padre le preguntó cómo le iba, el niño respondió: “Estoy bastante bien, papá, pero ¡vaya, no puedo esperar hasta la Pascua!”. Esa respuesta muestra que este niño solo había entendido parcialmente el propósito del “renuncio” de Cuaresma. La Cuaresma se trata de conversión, entregando nuestras vidas más completamente a Cristo y su forma de vida. Eso siempre implica renunciar al pecado de alguna forma. El objetivo no es solo abstenerse de pecar durante la Cuaresma, sino desarraigar el pecado de nuestras vidas para siempre. La conversión significa dejar atrás una vieja forma de vivir y actuar para abrazar una nueva vida en Cristo.
A veces no nos damos cuenta de cómo ciertas cosas que hacemos han ganado poder sobre nosotros y dictado nuestras acciones. En Cuaresma, descubrimos estas cosas y las abandonamos para que Dios pueda estar a cargo. El término “desapego” se escucha a menudo durante la Cuaresma. Significa que cuando estés menos preocupado por las “cosas”, tendrás más espacio para Dios. Como católicos, estamos obligados a renunciar a las carnes los viernes durante la temporada. Sin embargo, también podemos renunciar a otras cosas. Para algunas personas, la Cuaresma es una oportunidad para hacer un esfuerzo por dejar la televisión, las conversaciones telefónicas, los juegos de azar, las compras impulsivas, las discotecas, los vicios sexuales, cualquier cosa que se relacione estrechamente con un pecado en particular que sea especialmente pegajoso para ellos. Sea lo que sea, es donde debe centrarse su disciplina cuaresmal. Para otros, la Cuaresma es un tiempo para hacer cambios en sus hábitos. Por ejemplo, usar el dinero o el tiempo de manera más responsable, comer y beber con moderación, acostarse y levantarse más temprano, volverse más organizado y ordenado, pasar menos tiempo en Internet, hablar despacio y con respeto, orar y meditar las Escrituras diariamente, adoptar una causa caritativa, ir a la iglesia con más frecuencia, etc. Estas cosas positivas no solo son buenas para el cuerpo; también son excelentes para el alma.
Algunas personas usan la Cuaresma para eliminar la complejidad de partes de sus vidas. Reducen sus apretadas agendas y se concentran en las actividades que más importan. Otros buscan un área específica de su vida en la que ejercen el poder sobre los demás y luego tratan de encontrar formas de utilizar menos poder al hacerlo. Si resulta que eres una persona de control, puedes cambiar la forma en que abordas las cosas y las personas. Puedes ver cómo tratas verbalmente a otra persona y tratar de ponerte en su lugar. Puede haber tantas cosas que hacer, pero lo mejor es elegir una cosa a la vez. Luego, cuando eso se afiance, abandone otra cosa, según lo inspire el Señor.
La sombrío y la crudeza de la Cuaresma no significan que no podamos celebrar o festejar. No significa que no podamos comer una buena comida, disfrutar de un buen juego o una película, o reírnos de un momento divertido. Más bien, en Cuaresma, ponemos fin a nuestra febril búsqueda del placer y, en cambio, dejamos que nos busque. Entonces, cuando lleguen los momentos de alegría, los reconoceremos como un regalo del Dios amoroso. Por lo tanto, la Cuaresma no se trata solo de renunciar a las cosas. También se trata de agregar cosas buenas a nuestra vida o a la vida de los demás, el tipo de cosas buenas que siguen a lo que Jesús nos pide.
Lo mejor que puedes hacer por ti mismo en Cuaresma es volver al Sacramento de la Reconciliación. Consulta los horarios de Confesiones en nuestra parroquia y otras iglesias y motívate a ir. Recuerda, la gracia se basa en la naturaleza, la transformación de tu vida por parte de Dios solo puede tener lugar si le abres la puerta. No esperen más, queridos hermanos y hermanas, porque “¡ahora es el tiempo aceptable, ahora es el día de salvación!” (2 Corintios 6:2).
Fielmente tuyo en Cristo,
Monseñor Cuong M Pham