7 de mayo de 2023

Estimados feligreses,

Este fin de semana tenemos la alegría de celebrar la Primera Comunión de 49 niños y la Confirmación de 25 jóvenes que participan en el Programa de Educación Religiosa de nuestra parroquia. Es un momento especial de gracia para todos nosotros, ya que somos testigos de cómo estos jóvenes miembros de nuestra comunidad dan pasos importantes en su camino de fe.

Mientras celebramos esta alegre ocasión, los invito a reflexionar sobre el significado de estos Sacramentos en sus vidas. Estos Sacramentos son formas especiales por las cuales Dios comparte su vida divina con nosotros. Nos acercan a Él y nos capacitan para convertirnos en agentes de Su amor y misericordia en el mundo.

La Sagrada Eucaristía, como fuente y cumbre de nuestra fe Católica, es la expresión más perfecta del amor de Cristo por nosotros. A través de la Eucaristía, estamos unidos con Cristo y entre nosotros. Es a través de la Eucaristía que somos nutridos y fortalecidos, y somos capacitados para vivir nuestras vidas de acuerdo con la voluntad de Dios y dar testimonio de Él.

La imagen de los niños recibiendo piadosamente al Señor por primera vez en la Sagrada Comunión debe recordarnos que siempre debemos recibir la Eucaristía con fe y devoción. Cuando nos acercamos al Altar para recibir al Señor, debemos hacerlo con un profundo sentido de humildad y gratitud, reconociendo que somos indignos de este gran don. En efecto, debemos recibir siempre la Eucaristía en estado de gracia, libres de pecado mortal y con un corazón que anhela unirse al Señor.

Celebrar la Eucaristía con sumo respeto y reverencia muestra la profundidad de nuestra fe en la Presencia Real del Señor y nuestro intenso amor por Él. Las apariencias exteriores y los gestos son, pues, esenciales, y no accidentales, a esta sagrada acción litúrgica. Nuestro ayuno de al menos una hora antes de recibir la Sagrada Comunión; la forma en que venimos vestidos para Misa; la reverencia o genuflexión ante el Santísimo Sacramento; la eliminación consciente de nuestras gorras y sombreros al entrar a la iglesia; y la forma en que deliberadamente levantamos nuestras dos manos, con una palma sobre la otra como si formáramos un trono para el Señor cuando lo recibimos, son todas formas significativas y de sentido común para expresar nuestra disposición para el encuentro personal con Cristo, nuestro Señor y Dios. Junto con nuestra disposición interior, estos signos externos aseguran que nuestra recepción del Señor sea digna e indicativa de quiénes somos y en qué creemos verdaderamente.

El Sacramento de la Confirmación, como signo de la presencia y obra del Espíritu Santo en nosotros y en el mundo, nos otorga la gracia especial de permanecer cerca de Cristo y poder llevar a cabo Su misión en el mundo. A través de los dones del Espíritu Santo de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, conocimiento, piedad y temor del Señor, cada uno de nosotros está equipado para amar y servir a los demás como lo hizo Cristo, y para llevar Su luz y alegría a quienes nos rodean. La imagen de nuestros jóvenes acercándose ansiosamente al Obispo para recibir estos dones del Espíritu Santo debe recordarnos el entusiasmo y la pasión que debemos tener por nuestra fe para encender al mundo con la fe en Cristo y compartir sus enseñanzas.

A nuestros hermanos y hermanas jóvenes que celebran la Primera Comunión y la Confirmación este fin de semana, les pido que permanezcan cerca de Jesús y Su familia, la Iglesia. Que siempre aprecien los dones que han recibido entre nosotros y continúen creciendo en la fe a medida que atraviesan los desafíos y las alegrías de sus vidas con gracia.

Encomendándoos a todos a la amorosa protección de la Virgen María, Madre de la Eucaristía y Esposa del Espíritu Santo, pido que lo que el Señor ha comenzado en vosotros se lleve a término.

Fielmente tuyo en Cristo,

                                                                             Monseñor Cuong M Pham