5 de febrero de 2023

Estimados feligreses,

En el Evangelio, Jesús encarga a sus discípulos la misión de ser sal y luz para el mundo. ¿Qué significa esto? ¿Y cómo nos convertimos hoy en sal y luz en el contexto de nuestro mundo y sociedad moderna?

Siempre encuentro fascinantes estas metáforas de la sal y la luz. En el mundo antiguo, la sal era muy apreciada.
Los griegos llamaban divina a la sal, y los romanos decían: “No hay nada más útil que el sol y la sal.” ¿Sabes que nuestra palabra en inglés “salary” (salario) significa literalmente “dinero salado?” En el tiempo de Jesús, la sal se asociaba con la pureza, porque era blanca y procedía de lo más puro de todas las cosas, el sol y el mar. Por eso la sal era la más primitiva de todas las ofrendas a los dioses. La gente creían que era la sal la que mantenía los mares puros. Por eso, cuando Jesús exhorta a sus discípulos a ser “la sal de la tierra,” quiso decir que los cristianos deben ser un ejemplo de pureza, ejerciendo la pureza al hablar, en la conducta e incluso en el pensamiento. La sal sigue siendo el más común de todos los conservantes donde la gente no tiene refrigeradores ni congeladores. Se utiliza para evitar que la
carne, el pescado, las frutas y los encurtidos se pudren. Así, como la sal de la tierra, los cristianos deben tener cierto antiséptico, preservando la influencia en la sociedad, venciendo la corrupción y facilitando que los demás sean buenos. Además, la sal le da sabor a la comida, la sazona y le da un sabor más rico. A través del Bautismo, nuestra vida natural es también “sazonada” con la vida nueva y más rica que viene de Cristo. Los cristianos, por lo tanto, deben reflejar esa novedad y riqueza en sus vidas, y no pueden volverse insípidos.

En tiempos de Jesús, cuando se habla de la luz, lo que viene a la mente es la imagen de una lámpara de aceite. Era como una salsera llena de aceite con una mecha flotando. Cuando la gente salía, por seguridad, quitaban la lámpara de su candelero y la ponían debajo de un celemín de barro, para que ardiera sin peligro hasta que volvieran. Jesús desafía a sus discípulos a ser visibles como una lámpara en un “candelero.” Por lo tanto, espera que sus seguidores sean vistos por el mundo, irradiando y dando luz. “Que nuestra luz brille ante todos” (Mt 5,16). Con esta metáfora, Jesús quiere decir que nuestra fe debe ser visible en las actividades ordinarias del mundo, por ejemplo, en la forma en que tratamos a un cajero en el mostrador, en la forma en que pedimos una comida en un restaurante, en la forma en que tratamos nuestros empleados o servimos a nuestro empleador, en la forma en que jugamos, conducimos o estacionamos un automóvil, en el lenguaje diario que usamos, en la literatura diaria que leemos y los sitios web que visitamos en línea, etc.

La enseñanza de Jesús debe hacernos reflexionar hoy sobre la calidad de nuestra propia fe y misión. ¿Tu sal es salada y tu luz brilla? Si tienes alguna duda, responde este pequeño cuestionario: 1) Nombra a las cinco personas más ricas del mundo. 2) Nombre los últimos cinco ganadores del Premio Nobel. 3) Nombre los últimos cinco campeones de la Serie Mundial. ¿Conoces todas estas respuestas? Probablemente no. Luego hágase algunas preguntas adicionales: 1) ¿Quién los alimentó y vistió cuando estaban indefensos? 2) ¿Cómo se llamaba el maestro que pacientemente les enseñó? 3) ¿Quién es la primera persona que llamarías en caso de una emergencia? Ustedes sabrían las respuestas a estas preguntas? No busquen más: estas personas son la sal y la luz del mundo. Si ves en ti mismo en este momento las cualidades positivas por las cuales estas personas les inspiraron y marcaron la diferencia en su vida, pueden estar seguros de la calidad de su propia misión de ser sal y luz para el mundo.

Queridos hermanos y hermanas, la sal es una influencia oculta pero poderosa. La luz es una influencia visible y reveladora. Jesús nos llama a ser una presencia humilde que tenga un impacto visible y tangible en el mundo que nos rodea. ¿Su fe hace una diferencia en la de alguien más? ¿De qué manera puedes hacer una diferencia hoy en el mundo que les rodea? La respuesta a estas preguntas depende de cuán cerca nos parezcamos al mismo Jesús, quien es la verdadera Sal de la tierra y Luz del mundo.

Devotamente suyo en Cristo,

               Mons. Cuong M. Pham