28 DE MAYO, 2023

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Con corazones gozosos, nos reunimos este fin de semana para celebrar la gloriosa ocasión de Pentecostés, que marca la llegada del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en unidad. En los Hechos de los Apóstoles, San Lucas describe vívidamente esta experiencia transformadora como un viento poderoso que llena la sala donde se encontraban los discípulos, acompañado de lenguas de fuego posándose sobre cada uno de ellos. Además, nos revela que, al proclamar valientemente la Buena Nueva, los Apóstoles sorprendieron a personas de diversas naciones al poder entender el mensaje en sus propias lenguas maternas.

Pentecostés, por lo tanto, abarca no solo la efusión del Espíritu Santo, sino también la celebración de la unidad que este don divino trae consigo. El Espíritu une a personas de diferentes orígenes, idiomas y culturas, conectándolos con aquellos que dan testimonio de Cristo resucitado. A través de esta unidad, todos podemos encontrarnos con el poder ilimitado de Dios, trascendiendo las tristes divisiones que nos separan. El Espíritu Santo no impone una conformidad rígida que sofoca la diversidad; más bien, como un rocío sagrado, ilumina las distintas plantas y flores del Jardín de la Creación, preservando su belleza única y la individualidad que Dios les ha dado.

Esta profunda comprensión de Pentecostés nos insta e inspira a colaborar en la construcción de una sociedad inclusiva que valora la diversidad como un espléndido don del Espíritu del Creador. Como miembros de la Iglesia Católica, una comunidad de fe arraigada en la tradición pero que abraza multitud de culturas e idiomas, tenemos una oportunidad invaluable para dar testimonio del amor, un lenguaje universal comprendido por todos. Desafortunadamente, en nuestra sociedad pluralista, presenciamos las consecuencias destructivas del orgullo, los prejuicios y el odio, que llevan a la exclusión, la alienación e incluso a la violencia sin sentido. Frente a estas tragedias, la respuesta cristiana es el amor. El amor reconstruye la familia humana, restaura la unidad y paz original que Dios pretendía que disfrutáramos, y construye puentes que nos permiten superar las brechas del racismo, la xenofobia y todas las formas de prejuicio y miedo.

Durante los últimos 182 años, nuestra parroquia de Nuestra Señora del Monte Carmelo en Astoria ha sido un refugio espiritual para innumerables familias de inmigrantes, refugiados y extranjeros. Juntos, han nutrido esta comunidad de fe, dejándonos un legado católico preciado que continúa bendiciendo a nuestra generación actual. Aunque el camino de adoración y travesía de la vida como individuos diversos puede presentar desafíos, agradecemos al Espíritu Santo por bendecirnos con el lenguaje común del amor, que sirve como un emblema perdurable de unidad en nuestra familia parroquial. Hoy, nuestra sagrada misión es dar testimonio de este don precioso.

“Veni Creator Spiritus”. Con fervientes oraciones, la Iglesia resuena: “Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados, y renovarás la faz de la tierra.” Oremos para que nuestros corazones sean encendidos con un amor abarcador para todos, incluyendo aquellos entre nosotros que hablan diferentes idiomas.

Que las bendiciones de Pentecostés estén sobre cada uno de ustedes.

Mons. Cuong M. Pham