Queridos feligreses y amigos,
¡Feliz Navidad para ti y tu familia!
Este domingo, la Iglesia celebra la Fiesta de la Sagrada Familia. La Sagrada Familia es el nombre que se le da a la familia terrenal de Jesús: el mismo Niño Jesús, su madre María y su padre adoptivo José. Sabemos muy poco sobre la vida de la Sagrada Familia a través de las Escrituras, que solo hablan de los primeros años de la Sagrada Familia, incluido el nacimiento de Jesús en Belén, la huida a Egipto y el hallazgo de Jesús en el templo. Sin embargo, esa información limitada sobre la Sagrada Familia todavía puede enseñarnos muchas cosas importantes sobre nuestra fe y cómo debemos vivir nuestra fe en el contexto de nuestra familia individual, humana y espiritual.
Por lo tanto, la fiesta de hoy no se trata solo de la Sagrada Familia, sino también de nuestras propias familias. El objetivo principal de la Fiesta es presentar a la Sagrada Familia como modelo para todas las familias cristianas y para la vida doméstica en general. Nuestra vida familiar se santifica cuando vivimos la vida de la Iglesia dentro de nuestros hogares. Por eso a cada familia cristiana se le llama “Iglesia doméstica”. San Juan Crisóstomo instó a todos los cristianos a hacer de cada hogar una “iglesia familiar” y, al hacerlo, santificamos la unidad familiar. A medida que la ruptura de la unidad familiar se vuelve más frecuente hoy en día, esto parece ser más urgente que nunca.
¿Cómo se vive la Iglesia en la familia? La mejor manera es hacer de Cristo y su Iglesia el centro de la vida familiar e individual. Las formas de hacer esto incluyen leer la Palabra de Dios con regularidad, orar a diario, asistir a Misa al menos los domingos y días de precepto, imitar las virtudes de la Sagrada Familia, etc., todo ello en conjunto como una unidad familiar.
Además de cultivar acciones positivas, la Iglesia entiende que varias acciones y comportamientos son contrarios al plan divino de Dios para la familia, y estos deben evitarse. Estos incluyen aborto, anticoncepción, matrimonio entre personas del mismo sexo, poligamia, divorcio, abuso conyugal, abuso infantil y cohabitación. Nuestra fe católica enseña que un matrimonio debe estar abierto a los niños. Todo lo artificial que lo impida es, por tanto, contrario a la ley divina. Además, la pobreza, la falta de atención médica y otras preocupaciones de justicia social deben ser abordadas por cristianos fieles debido al efecto negativo que estas condiciones tienen en la unidad familiar.
La Fiesta de la Sagrada Familia es un buen momento para recordar la unidad familiar y orar por nuestras familias humanas y espirituales. Aprovechemos esta oportunidad para reflexionar sobre el valor y la santidad de la unidad familiar, y para evaluar nuestra propia vida familiar. ¿De qué formas se puede mejorar? ¿Qué harían Jesús, María y José en nuestra circunstancia familiar particular? ¿Cómo estamos promoviendo una cultura que apoye a la familia dentro de nuestra propia parroquia, vecindario y comunidad?
Como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, somos, en un sentido real, miembros de la Sagrada Familia. San Pablo en su carta a los Colosenses nos dice cómo vivir en medio de los lazos familiares. Nos anima a ponernos “compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” al tratar con los demás. Al vivir de esta manera, fortaleceremos nuestras familias individuales y, en última instancia, nuestra familia espiritual común que es la Iglesia.
A menudo me inspiran las familias de nuestra parroquia que se reúnen para el culto y otras actividades comunitarias. Siempre que se lleva a cabo una misa familiar, la iglesia siempre está llena de personas, jóvenes y ancianos, adultos y niños, jóvenes y adultos jóvenes. La imagen visual de tal celebración es bastante poderosa ya que muestra a nuestra familia parroquial en su mejor momento. Por esa razón, siempre aprecio profundamente los programas y ministerios que unen a las familias, como nuestro Programa de Educación Religiosa, el Coro de Niños, la Banda Juvenil de Mariachis, la Misa Juvenil, los Grupos Vocacionales, así como los Programas de Bautismo y Preparación Matrimonial. . Es muy alentador saber que, si bien muchos otros lugares han tenido que reducir la mayoría de estas oportunidades debido a la pandemia, nuestra parroquia sigue siendo una clara excepción, ya que todos están prosperando con extraordinaria vitalidad y crecimiento. Estoy agradecido por la disposición y generosidad de nuestros líderes parroquiales que trabajan arduamente para hacer que nuestra familia parroquial esté más unida y más fuerte cada día, a pesar de las muchas dificultades y desafíos en curso en estas áreas.
Al llegar al final de este año, coloquemos a nuestra familia parroquial ante el Señor Infante, sabiendo que él, que “vino para que tengamos vida, y la tengamos en abundancia”, seguirá bendiciéndonos con mayor santidad, amor y fuerza en nuestro esfuerzo por modelar nuestra vida según la de su Sagrada Familia.
Devocionalmente suyo,
Mons. Cuong M. Pham