18 DE JUNIO, 2023

Estimados feligreses,

Mientras celebramos el Día del Padre este fin de semana, quiero reflexionar con ustedes sobre la belleza de la paternidad. Una vez, a un joven se le pidió que describiera el Día del Padre, y acertadamente dijo: “Es como el Día de la Madre, excepto que no gastas tanto en el regalo”. Tal vez el joven estaba en algo. Aunque el Día del Padre no evoca el mismo sentimiento de sentimentalismo que el Día de la Madre, su significado sigue siendo profundo.

El Día del Padre nos brinda la oportunidad de honrar no solo a aquellos que son nuestros padres biológicos, sino también a aquellos que han abrazado el papel de la paternidad a través de una afiliación personal. Estas personas han elegido ser figuras paternas, cuidándonos de diversas formas. Ya sean padres biológicos, padrastros, padres adoptivos, padrinos, padres espirituales, abuelos, tíos u otras figuras paternas, todos merecen reconocimiento por su amor y devoción.

La paternidad es un regalo divino que refleja el amor y el cuidado de Dios hacia nosotros. En la lectura del Evangelio de esta semana, el Undécimo Domingo del Tiempo Ordinario, presenciamos a Jesús demostrando una inmensa compasión por las multitudes, reconociendo su necesidad de orientación y liderazgo. Instruye a sus discípulos a proclamar las buenas nuevas, sanar a los enfermos, resucitar a los muertos, limpiar a los leprosos y expulsar demonios (Mateo 9:36—10:8). Estas palabras resuenan profundamente con las responsabilidades y el llamado de los padres en nuestras vidas. Los padres están llamados a ser líderes, proveedores y protectores, ofreciendo amor, orientación y cuidado, al igual que Jesús lo hizo con sus hijos espirituales.

En varias ocasiones, les he compartido mi viaje personal de perder a mi propio padre y cómo su presencia sigue moldeándome. Durante dos años, el Día del Padre ha sido un momento desafiante para mí. Aunque físicamente ausente, su influencia sigue siendo poderosa. Sus palabras, su fe y su forma de vida continúan dando forma a mi camino. He llegado a comprender que el amor y la guía de un padre van más allá de su presencia física, dejando una marca indeleble en la vida de sus hijos.

Además de mi padre, hay otros hombres que han sido como padres para mí a lo largo de mi vida. Incluyen a los sacerdotes que me han cuidado espiritualmente desde mi infancia hasta mi juventud y mi adultez joven. Estas personas notables han impartido lecciones duraderas e inspiraciones que siguen moldeando quién soy.

Reconozco que no todos han experimentado el mismo tipo de figura paterna en sus vidas. Algunos de ustedes pueden haber carecido por completo de la presencia de un padre. Sin embargo, esto no disminuye la esencia profunda de la paternidad misma, como fue concebida por Dios. Ahora más que nunca, en un mundo que experimenta una crisis de paternidad, necesitamos padres que se levanten y abracen este llamado.

Como sacerdote, es cierto que no tengo hijos de mi propia sangre, pero tengo numerosos hijos espirituales que fielmente me llaman “Padre” cada día. Entre ellos se encuentran varios sacerdotes jóvenes y seminaristas a quienes he adoptado como mis “hijos espirituales” a lo largo de los años. Siento una responsabilidad particular de apoyar e inspirar en sus vocaciones. Cuidar de su bienestar me brinda una alegría inmensa, similar a la experiencia de un padre con sus propios hijos. Dado que la mayoría de mis hijos espirituales ahora residen y ejercen su ministerio en diferentes estados e incluso continentes diferentes, estar presente para ellos puede ser un desafío considerable. Sin embargo, nuestra relación única demuestra que la paternidad puede extenderse al ámbito espiritual, donde se nos llama a generar y regenerar la vida de una manera especial.

En este Día del Padre, expresemos nuestra gratitud hacia los padres en nuestras vidas. Honrémoslos por su amor, sacrificio y presencia inquebrantable. Para aquellos que han perdido a sus padres o han enfrentado relaciones difíciles, que encuentren consuelo al saber que nuestro Padre celestial, el epítome de la paternidad, siempre está ahí para nosotros. Su amor no conoce límites, su cuidado es constante y su presencia es eterna. Desde nuestros padres terrenales hasta nuestro Padre espiritual, saquemos fuerza e inspiración mientras nos esforzamos por encarnar la belleza de la paternidad en nuestras propias vidas.

¡Les deseo a todos un feliz Día del Padre!

Monseñor Cuong M. Pham